Colonia igual, yo ¿Qué soy?

Isaac Jimenez
6 min readOct 15, 2023

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Tomé el tren y fue en dirección a Colonia, mientras iba en el camino, con la multitud de gente que sobre pasaba la capacidad del tren por ser sábado, iba pensando en que me encontraría en aquella ciudad que durante dos meses me dio cobijo. Estaba emocionado, aunque mi rostro era más de incomodidad por el olor a sobaco del que se sentaba a lado mío.

Tuve que transbordar varias veces y fue un trayecto largo, el último tren de Koblenz a Colonia, se podía observar en la pantalla que la última estación era “Koln Haufbahnhof” y mientras la voz robótica pronunciaba la llegada, sentí un nudo en la garganta que se hizo gradualmente más fuerte mientras veía a lo lejos la catedral que tanto distingue a la ciudad. Llegaron a mis tantos recuerdos que quedé en shock y lo único que pude hacer fue soltar una lagrima mientras veía con melancolía la ventana que daba vistas a lo que fue.

Koln Haufbahnhof

Me bajé del tren y lo primero que hice fue ir al baño y mientras corría apresurado porque mi vejiga iba a reventar, veía con rapidez todo acordándome de aquello o el otro mientras cruzaba las piernas para no orinarme.

Salí del baño y lo primero que hice fue quedarme quieto y ver la catedral, a lo lejos se escuchaba un grupo de diez Hari Krisna cantando y bailando, que me hicieron reír mientras seguía viendo con los ojos paralizados afuera de la catedra y decía en mi mente “que cagado, la ciudad sigue igual de viva y yo siento que apenas fue ayer cuando estaba aquí”. Entré a la catedral y recordaba que en aquella banca platicaba con el colombiano y que en esa otra alguna vez descubrí la rola de Echoes de Pink Floyd.

No tenía mucho tiempo, a las nueve y media tenía que devolverme a la estación de trenes para regresar a la rutina. En sí, no fui a conocer la ciudad, sino a reencontrarla y con ello a mi mismo que sucumbe ante la pregunta: la ciudad sigue igual ¿tu quien eres ahora? Tomé el metro y me sentía como si estuviese en un sueño, aun no podía creer que de nuevo estuviera ahí, todo se sentía tan irreal que varias veces tuve que decirme a mi mismo en voz alta que me encontraba en colonia, para pasar a la frase de “no lo puedo creer” y continuar con un “que pedo… ¿ahora que hago?

Fui a la escuela de idiomas y cuando salía de la estación del metro, me compré una crepa y el señor me reconoció y me pregunto mientras le daba un sorbo a su cerveza “¿tú no eres el mexicano del año pasado?” Le dije que si y me dice “pásatela bien, aunque las cosas ya son diferentes” No entendí muy bien a que se refería con diferentes y caminé hacia la escuela. Estaba cerrada y me senté en una banquita que esta justo enfrente, creo que a eso se refería. Entonces me acordé que en ese parque, fue la primera vez que vomité en Alemania después de haberme tomado no se cuantas chelas y un licor con nombre albanes. Me cague de risa por eso y mientras seguía caminando recordaba “aquí paso esto y allá el otro”. Sin embargo, los lugares a pesar de que siguen siendo idénticos, carecen ya de nuevos recuerdos. Pues las lágrimas y risas que alguna vez ocurrieron ahí fueron sepultadas por unas nuevas y más actuales, entonces me di cuenta de que el propósito de mi viaje fue visitar una lapida de memorias, que siguen tan presentes para mí como en algún momento así sucedieron.

Tal vez quede un poco de ese Currywurst que hace un año vomité

De eso, me fui caminando a Fraulein Herborths, un local de hamburguesas que visitaba con mi amigo el colombiano. Cuando entré al local, me reconoció rápidamente el turco que trabajaba ahí y platiqué un rato con él. Me senté a esperar la hamburguesa y me di cuenta de que lo que las hacían especiales era la compañía, la comida como el resto de las cosas saben mejor cuando se comparten, cuando la memoria se vuelve colectiva y al recordar, se recuerda juntos.

Terminé de comer estuve mendigando un poco por allá y por acá, con la memoria tendida al frio de la calle del sentir mi alma que alguna vez habitó en el calor. De nuevo tome el metro con dirección a la casa donde alguna vez habité y reía carcajadas. Ya sabia que la señora que me dio asilo ahora vive en Francia pues conoció un francés y el amor te hace hacer las cocas más pachecas que uno pueda imaginar. Aun sabiendo que probablemente iba a estar vacía… no sé, tenía la esperanza de encontrarme algo. Cuando llegue me quede un rato mirando por afuera, pensando si era prudente o no tocar, ¿a quién le tocaría ahora? Entonces me di cuenta con un letrero de booking.com que la casa estaba en venta y que ahora le pertenece a una inmobiliaria. Me dio mucha tristeza y decepción, me di cuenta bajo mis propios ojos que alguna que otra lagrima soltaron, que nadie se salva de los que lucran con el abandono, la soledad, con la memoria. Pues la comunidad, la vivienda y solidaridad no son rentables en un sistema que le apuesta al individualismo. Vi aquella mesa donde tantas veces comimos juntos, abandonada y desgastada, las risas ahora son invadidas por el césped sin cortar y el calor del hogar por un profundo desarraigo.

Mira nada más, tan sola que ya ni los pájaros están

Me fui de ahí triste, sin mucho que pensar ya, estaba desgastado por haber tenido tantos sentimientos en tan poco tiempo. Como si una multitud de olas te arrastrara a la orilla del mar y no haces nada más, la nostalgia me golpeaba, pero, el recuerdo era más fuerte.

De ahí me fui a un local mexicano donde había una pequeña fiesta, me eché un shot de mezcal mientras platicaba con otros latinos acerca del odio que le tenemos a estados unidos y problemas burocráticos que caracterizan al migrante. Fue de las cosas más bonitas, nos echábamos unas indio mientras se escuchaba de fondo El matador de Los Fabulosos Cadillacs, por unos momentos creí que estaba en el cerdo y que cerca de mi estaba la alameda que tanto abrazo.

Que rico shot la verdad, tenía ademas sal de gusano

Salí del lugar y me fui directo a la estación de tren. Después de haber tanto criticado al capitalismo, me chingué un KFC y con añoro de volver a visitar la ciudad, me subí al tren. Con las piernas desechas de tanto caminar, el corazón confundido y la mente sin propósito claro de que le seguirá.

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